La maestra de artes plástica dio una consigna a sus 35 alumnos para realizar durante la cuarentena: debían hacer una obra con lo que haya en casa. Entre todos los alumnos de sexto año de la Escuela General Espejo está Luciano, de 11 años, que vive en el asentamiento precario de Agrelo, de la ciudad mendocina de Lujan de Cuyo.
Allí las tareas en plena cuarentena llegan por mensajes, ya que no hay conexión a internet para poder seguir la educación a través del aula virtual. “Los primeros días la comunicación con los padres se complicó porque no todos cuentan con datos en sus teléfonos, así que hubo que tener paciencia y ponerse creativos”, detalló Claudia Arabena, la maestra de artes plásticas encargada de dirigir las clases.
Más allá de las dificultades Luciano sigue de manera responsable cada indicación que le dan sus profesores. Lo hace con esfuerzo y dedicación porque quiere estudiar, sostienen sus docentes.
Cuando llegó la hora de hacer la tarea de plástica, y ante la falta de cartulina de colores, marcadores, acuarelas o brillantina. El alumno de Luján de Cuyo, cumplió la consigna y usó lo que había en su casa. Es así que realizó sobre el piso del patio de su humilde hogar un gran dinosaurio hecho con arena, barro, ladrillos, algunas ramitas sueltas. Usó tierra mezclada con agua para delimitar el cuerpo del animal, unos palitos en reemplazo de las garras y los dientes, el color estuvo presente de la mano del polvo de ladrillo que sirvió para hacer el lomo.
El toque final fue la firma del artista hecha con los palitos, escribió su sobrenombre en mayúscula: “Tano”.
Sus padres tomaron una foto y se la enviaron a la maestra que contó: “Envío cada quince días las tareas, y luego hago una devolución de cada trabajo. Cuando ví la imagen quedé impactada, es una obra que representa muy bien el arte efímero. Lo compartí con mis colegas, y la sensación fue la misma».
«Quiero rescatar el trabajo de los chicos, que a pesar del entorno, tienen ganas de seguir adelante. Eso valoriza mucho más su obra”, dijo conmovida la docente que resaltó el compromiso de la familia en un contexto de pandemia, sin recursos digitales, para que sus hijos sigan estudiando. «En la zona tenemos una villa muy grande y ha sido difícil para ellos. Las mamás le ponen mucha garra: acompañan, cargan crédito en los teléfonos para enviar las tareas. Ver los resultados me pone muy contenta”, explicó a distintos medios.