Ocurre que cuando aumenta el precio internacional del trigo, genera presiones en el precio local, porque se pretende comercializar en Argentina a precios internacionales. El fideicomiso, entonces, ayuda a desacoplar el precio local del internacional.
A diferencia de las retenciones, los fondos del fideicomiso no van al erario público sino que se utilizan para compensar a los eslabones que compran ese commodity y que puedan adquirirlo a precios diferenciales.
En el caso del fideicomiso del trigo, se financia con un aumento del 2% a los derechos de exportación del aceite y la harina de soja, que equivale a unos u$s350 millones.
Con ello, se logra que los molineros compren harina a precios previos a la guerra por un total de 3,8 millones de toneladas.
Quienes exportan derivados de la soja no pierden, ya que este commodity también aumentó, por lo que su ganancia, pese a esa suba del 2% de los derechos de exportación, es un 15% superior al período previo a la guerra. Se trata entonces de un pequeño aporte de la ganancia extraordinaria.
Hernán Letcher es Magíster en Economía Política y Director Centro de Economía Política Argentina.