Unos 50.000 fieles llegaron hasta el Vaticano para escuchar a Francisco y seguir su recorrido en el «papamóvil». Es la vuelta a la normalidad después de dos años de restricciones por el Covid-19. La Plaza de San Pedro se decoró para la ocasión con más de 40.000 flores traídas de Holanda.
En su mensaje desde el Balcón Central de la Basílica Vaticana, el Papa se refirió a la guerra en Ucrania y al impacto que tuvo justo cuando el mundo empezaba a salir de la pandemia. «Parecía que había llegado el momento de salir juntos del túnel, tomados de la mano, reuniendo fuerzas y recursos. Y en cambio, estamos demostrando que tenemos todavía en nosotros el espíritu de Caín, que mira a Abel no como a un hermano, sino como a un rival, y piensa en cómo eliminarlo«, se lamentó.
«Nuestras miradas son incrédulas en esta Pascua de guerra», agregó Francisco. «Hemos visto demasiada sangre, demasiada violencia. Nuestros corazones se llenaron de miedo y angustia, mientras tantos de nuestros hermanos y hermanas tuvieron que esconderse para defenderse de las bombas».
En este contexto, llamó a dejar «entrar la paz de Cristo en nuestras vidas, en nuestras casas y en nuestros países». Recordó a las víctimas ucranianas, a «los millones de refugiados y desplazados internos, a las familias divididas, a los ancianos que se han quedado solos, a las vidas destrozadas y a las ciudades arrasadas”.
El Papa también pidió por la paz en Oriente Medio y en África, y hasta dedicó unas palabras a Argentina y la región. «Cristo resucitado acompañe y asista a los pueblos de América Latina que, en estos difíciles tiempos de pandemia, han visto empeorar sus condiciones sociales, agravadas también por casos de criminalidad, violencia, corrupción y narcotráfico», reflexionó.
Por último, Francisco hizo un llamado a los fieles para que no se rindan frente al mal y la violencia. «Dejémonos vencer por la paz de Cristo. La paz es posible, la paz es necesaria, la paz es la principal responsabilidad de todos», afirmó.