«Las vacunas han tenido un efecto muy poderoso y duradero sobre la muerte. La mayoría de las personas que han recibido la vacuna están completamente seguras. Las personas que están muriendo ahora, desde julio pasado, no están vacunadas. Eso es trágico», declaró al medio The Guardian.
El científico recomendó dar más dosis de refuerzo en el otoño a las personas mayores de 65 años y a las que presenten deficiencias en su sistema inmune. Afirmó que la gente joven y sana, los niños y adolescentes no las necesitan, a menos que aparezca una variante más severa.
«Pueden pasar dos cosas: una es que las vacunas realmente duren un año o 18 meses contra la muerte, o nos salga una variante mucho más patógena, en cuyo caso necesitamos otra vacuna», explicó. Bell predijo que las nuevas variantes, en caso de surgir, serán «relativamente suaves», mientras que la posibilidad de que sean más letales es «muy baja pero no nula».
El científico se mostró optimista sobre la segunda generación de vacunas contra el Covid-19, que saldrían al mercado dentro de uno o dos años. Se está trabajando en dosis basadas en células T, que ofrecerían una protección más prolongada, y en un spray nasal que impediría la transmisión del virus.