Xi habría sido trasladado a un hospital a finales del año pasado después de que los médicos detectaran un vaso sanguíneo abultado en su cerebro, detalla la agencia de noticias ANI.
El aneurisma cerebral es una enfermedad que se produce cuando se forma una protuberancia en uno de los vasos sanguíneos del cerebro. Esta protuberancia en forma de globo aparece en el punto más débil del vaso sanguíneo del cerebro que, al expandirse, se rompe y sangra en el cerebro dando lugar a una hemorragia subaracnoidea y puede causar un accidente cerebrovascular hemorrágico.
El problema que podría enfrenar Xi, de confirmarse los rumores, es que se produzca el sangrado.
Según el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares de Estados Unidos, “alrededor del 25% de las personas cuyo aneurisma cerebral se ha roto no sobreviven a las primeras 24 horas; otro 25% muere por complicaciones en los seis meses siguientes. Las personas que sufren una hemorragia subaracnoidea pueden sufrir daños neurológicos permanentes. Otras personas se recuperan con poca o ninguna discapacidad”.
Los primeros reportes sobre su salud surgieron durante la primera ola de Covid-19 cuando, dirigiéndose a una multitud en Shenzhen, el público notó su lentitud al hablar y su tos. Pero las versiones se multiplicaron este año, cuando evitó reunirse con líderes internacionales durante los Juegos Olímpicos de Invierto de Beijing.
Al igual que la del ruso Vladimir Putin, la salud de Xi siempre ha sido un secreto muy bien guardado.