El hombre que era conocido por su seudónimo para preservar su intimidad, se inyectó una droga letal a través de un aparato especial y falleció cerca de las 11 (hora de Italia). El aparato tenía un costo muy elevado, entonces «Mario» había recaudado dinero para poder pagarlo a través de la asociación Luca Coscioni, según informó.
Esa organización se encarga de militar la legalización de la práctica y acompañaron al hombre en su procedimiento. El Estado italiano no se hizo cargo de los gastos porque no hay una ley que lo ampare, pero sí está permitido por el Tribunal Constitucional desde el 9 de febrero.
Mario trabajaba como camionero y un accidente hace 12 años le provocó su estado de salud. «No niego que lamento despedirme de la vida, sería falso y mentiroso si dijera lo contrario porque la vida es fantástica y solo tenemos una. Pero desafortunadamente fue así”, escribió en un comunicado.
“He hecho todo lo posible para poder vivir lo mejor posible y tratar de recuperarme al máximo de mi discapacidad, pero ahora estoy agotado mental y físicamente. No tengo un mínimo de autonomía en la vida diaria, estoy a merced de los acontecimientos, dependo de los demás para todo, soy como un barco a la deriva en el océano. Ahora por fin soy libre para volar donde quiera”, concluyó.