«Lo repito, como ya lo he dicho hace más de un año: nosotros no tenemos la intención de combatir en Ucrania«, aseguró, según recogió la AFP.
Además, el mandatario dijo que creía que la Unión Europea (UE) y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) están interesados en que las hostilidades en Ucrania se mantengan y, por lo tanto, tratan de provocar tanto a Bielorrusia como a Rusia.
Lo hacen para «acercarse a través de Rusia a su principal rival, China», añadió Lukashenko, según consignó la agencia Sputnik.
La versión de Ucrania
Hace una semana, Ucrania denunció que varios misiles rusos que cayeron en el norte de su territorio fueron lanzados desde Bielorrusia y acusó directamente al Kremlin de querer «atraer a la guerra» a este aliado diplomático de Moscú.
«El bombardeo está directamente relacionado con los esfuerzos del Kremlin en atraer a Bielorrusia a la guerra en Ucrania como cobeligerante», afirmó el sábado pasado en Telegram la dirección general de los servicios de inteligencia ucranianos, dependiente del Ministerio de Defensa.
Ese mismo día, el presidente ruso, Vladimir Putin, se reunió en San Petersburgo con Lukashenko, tras lo cual anunció que su país entregará a Bielorrusia «en los próximos meses» misiles Iskander-M, capaces de cargar ojivas nucleares.
Desde el inicio de la ofensiva del Kremlin contra Ucrania, el 24 de febrero, Bielorrusia ha servido de base de retaguardia a las fuerzas rusas. En los primeros días, las columnas rusas que trataron de avanzar hacia Kiev, la capital de Ucrania, partieron de Bielorrusia, pero se toparon con una inesperada resistencia que las obligó a replegarse.
El Gobierno de Lukashenko enfrenta duras sanciones internacionales y es sumamente dependiente de Rusia en los planos militar y económico.