Acorralado por los escándalos, luego de que en los últimos meses había perdido apoyos en su partido y después de las renuncias masivas de ministros, dijo que tenía «el mejor trabajo del mundo» pero explicó que «nadie es indispensable». Todavía hay un proceso por resolver.
¿Qué generó la renuncia? La mentira. A los británicos y a los propios miembros de su partido. No solo por el «partygate» que tuvo que admitir después de reiteradas negativas, sino por un reciente escándalo en su gabinete, al salir en defensa de un funcionario acusado de abuso sexual. Más allá de la situación económica, esos engaños fueron los que agotaron su tiempo.
¿Cuáles serán las repercusiones para la Argentina? Todavía, al no haber un candidato definido a sucederlo, no podemos hacer grandes predicciones. Habrá que esperar para tener alguna pista sobre posibles cambios en la política exterior británica.