La tragedia ocurrió en Canazei, al norte del país. Entre 15 y 19 personas que estaban el domingo en la zona de la avalancha todavía no se comunicaron con sus familiares. El jefe de salvamento en alta montaña, Giorgio Gajer, advirtió que las posibilidades de encontrar sobrevivientes «son casi nulas».
«Esta es una tragedia que seguramente tenía un elemento de imprevisibilidad, pero también está sin duda relacionada con el deterioro del medio ambiente y la situación climática», afirmó el primer ministro Mario Draghi al visitar la zona.
Italia está atravesando una ola de calor con temperaturas cercanas a los 40°. El sábado, un día antes del alud, se registró un récord de temperatura de 10°C en la cima del glaciar de la Marmolada. El proceso de deshielo se está viendo acelerado por el cambio climático.
Según medios locales, entre las siete personas fallecidas habría tres italianos y un checo. «Encontramos algunos cuerpos destrozados entre el montón de hielo y escombros esparcidos por más de 1000 metros», describió Gino Comelli, miembro de los equipos de rescate de alta montaña.
Esta mañana el Papa Francisco invitó a rezar por las víctimas del derrumbe y por sus familias. «Las tragedias que estamos viviendo con el cambio climático deben impulsarnos a buscar urgentemente nuevas formas que respeten a las personas y la naturaleza», afirmó.