El domingo, durante la bendición Urbi et Orbi que encabezó en Plaza San Pedro ante más de 100.000 fieles, no pudo leer todo su discurso de pie. En medio de la ceremonia, debió sentarse y continuar desde allí.
El canciller recibió la noticia cuando estaba viajando en tren de Venecia a Roma. A través de sus interlocutores le hizo llegar al Santo Padre «una pronta recuperación» y que le dijo que «espera verlo cuando su salud se lo permita».
Al regresar de un viaje de dos días a Malta, el de 3 abril pasado, Francisco planteó en una conferencia de prensa que su salud «es un poco caprichosa». «Tengo este problema en la rodilla que provoca problemas de deambulación, en el caminar, es un poco molesto, pero va mejorando, al menos puedo andar», reconoció.
El 26 de enero, Francisco explicó por primera vez que tiene inflamado un ligamento en la rodilla que le obliga a reducir sus movimientos, aunque calificó a la dolencia como «algo pasajero».
«Me han dicho que le pasa sólo a los viejos, así que no sé por qué me ha pasado a mí», planteó el pontífice durante la Audiencia General en el Vaticano.