El Sistema de Control y Articulación de Actitud (AACS, por sus siglas en inglés) controla la orientación de la nave manteniendo su antena apuntando con precisión a la Tierra para que los datos puedan enviarse desde ella a la NASA. El personal científico de la agencia espacial norteamericana notó anomalías en la información que envía, que «parece generarse aleatoriamente» y «no refleja ningún estado posible» en el que pueda encontrarse la sonda.
Esta situación no puso en marcha ningún sistema de protección contra fallas que pueda poner a la Voyager en modo seguro. Además, la señal no se ha debilitado, lo que indica que la antena todavía está en su posición normal, apuntando hacia la Tierra.
Desde la NASA afirmaron que continuarán monitoreando lo que ocurre, y por ahora no hay una explicación al misterio ni se sabe por cuánto tiempo podría continuar. Un mensaje de la Tierra tarda aproximadamente dos días en llegar a la Voyager y obtener una respuesta de la nave.
«Un misterio como este es normal en esta etapa de la misión Voyager», planteó Suzanne Dodd, gerente de proyecto de las Voyager 1 y 2 en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en el sur de California.
«Las naves espaciales tienen casi 45 años, mucho más de lo que anticiparon los planificadores de la misión. También estamos en el espacio interestelar, un entorno de alta radiación en el que ninguna nave espacial ha volado antes. Así que hay algunos grandes desafíos para el equipo de ingeniería. Pero creo que si hay una forma de resolver este problema con AACS, nuestro equipo la encontrará», explicó Dodd.
La NASA podría no encontrar la fuente del problema. En ese caso, debería realizar cambios de software o recurrir a los sistemas de respaldo de la nave, algo que ya ocurrió en 2017. En ese entonces, la Voyager cambió sus propulsores primarios a los secundarios debido a signos de degradación.