El tiempo fue pasando y la invasión se profundizó en poco tiempo. La participación de Estados Unidos y otras naciones europeas creció exponencialmente por el flujo y contenido de armas enviadas a Kiev, por lo que hace tiempo me inclino a pensar la situación como un pleito global. La diferencia es que, hasta ahora, Moscú no entró en combate directo con Washington, ni atacó ningún país de la OTAN.
¿Pero estos son los únicos parámetros para diferenciar una guerra global de una posible «Tercera Guerra Mundial? No.
Cada potencia de las involucradas va cambiando los ingredientes a su gusto para pasar de un plano a otro. Biden, hace pocos días, aseguró que si Putin lanza una bomba táctica, poderosa como una nuclear, no le quedaría más remedio que intervenir. Y aseguró, según información que no puede compartir, que vamos a un conflicto mundial. Pocos días después, fue el Papa quien afirmó que ya estamos viviendo una tercera guerra.
Claramente, el mundo parece estar más cerca del borde del precipicio de lo que muchos quieren aceptar. Lo que esta a la vista es que nadie parece querer dar marcha atrás o, al menos por el momento, no se dio el espacio para que se pueda frenar esta locura.