Pero hubo una persona encargada de que ese cuestionado Palermo hoy sea «el Titán»: Carlos Bianchi. A las órdenes del «Virrey», Boca armó un equipo imbatible que salió bicampeón invicto y que tuvo a Palermo como el máximo goleador en torneos cortos, convirtiendo 20 goles en 19 partidos. Ese fue el primer récord de muchos otros, como hacer un gol con los ligamentos rotos, un gol de cabeza desde mitad de la cancha y otro gol de penal con las dos piernas.
En 2000 solo necesitabas de momentos épicos como hacer un gol con una muleta, el llamado «muletazo» de Palermo. Esa noche el jugador volvía de una lesión gravísima, y ese gol en el superclásico significó dos cosas: la eliminación de River de Copas Libertadores, y demostrarle al «Tolo» Gallego que nunca hay que hablar demás.
La última vez que Real Madrid perdió una final internacional fue justamente en 2000 y quien hizo los goles en la final fue Palermo. La ráfaga goleadora duró seis minutos y así Boca se alzó con una Copa Intercontinental.
Un día la dirigencia de Boca le dijo: «¿Por qué no te llevas el arco a tu casa?. El 12 de junio de 2011, fue su último día como jugador en un partido profesional en la Bombonera. Por ese motivo el club le regaló uno de los arcos de la cancha.
Palermo, hizo 236 goles con la misma camiseta, un jugador que tuvo una vida de película y por su sello inigualable, sin duda, tiene un lugar muy importante dentro de la historia del futbol argentino.